Una diferencia notoria de la Educación en Valores en relación al resto de asignaturas curriculares es que, en principio, aprender y desarrollar los valores humanos, éticos y positivos del ser humano es un estudio de tipo transversal. Debido a que los valores afectan la vida humana en general y permean todos y cada una de nuestras elecciones, decisiones y acciones, seamos o no conscientes de ello, educar a los alumnos y estudiantes en valores es algo que no está limitado por la asignatura en cuestión.

El profesor puede enseñar informática, pero aunque los conocimientos que imparta puedan ser de tipo tecnológico, el aula es tal espacio rico en interacciones y experiencias que los valores siempre tienen oportunidad de integrarse. Por ejemplo, surgen diferentes situaciones, a veces conflictivas entre los estudiantes y el profesor/a tiene que responder ante esos conflictos. Puede hacerlo de forma autoritaria y formal, o puede convertir esa situación en una oportunidad para explorar el significado y el beneficio de un valor como el respeto, o como la justicia. Se puede abrir incluso un pequeño debate sobre el tema, permitiendo que (dependiendo de las edades) los estudiantes aporten también sus puntos de vista.

Para niños más pequeños, fomentar juegos y actividades que favorezcan la cooperación y el respeto puede ser una forma de ayudar a los pequeños no tanto a reflexionar intelectualmente sobre los valores como a vivirlos desde el juego y las actividades. Los juegos pueden diseñarse también de modo que fomenten la aceptación de las diferencias y la tolerancia. Las posibilidades son infinitas.

Lo principal en la Educación en Valores es tener una visión clara de su relevancia, de cómo los valores son totalmente necesarios para el desarrollo integral de la persona. De lo contrario hay muchas evidencias de que un alto coeficiente intelectual si no está apoyado por valores humanos positivos puede resultar en una persona efectiva, productiva, que consigue muchos resultados, pero carente de empatía e inteligencia emocional.

Es por ello que la Educación en Valores se ha de plantear como un proyecto común de todo el claustro de profesores de la escuela o universidad. Se ha podido comprobar que cuando las actuaciones de Educación en Valores las llevan a cabo profesores/as de manera individual, el impacto es muy limitado. Es sólo cuando la Educación en Valores ya va integrada en currículo que será posible conseguir resultados relevantes y efectivos.

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